El nuevo periodismo


La era tecnológica ha puesto patas arriba el modelo de comunicación que los periodistas habían labrado durante el último siglo. El enfoque informativo tradicional empieza a abandonarse, y tanto los papeles del emisor y del receptor, como la formación académica y los soportes han evolucionado. Por un lado, esta profunda transformación se debe a los recortes de la omnipresente crisis económica, siendo el periodismo uno de los sectores más perjudicados. Y por otro lado, viene ocasionada por los hábitos de la audiencia, acostumbrada hoy en día, a acceder a información gratuita y abundante a través de Internet.

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Gracias a la interacción que ofrece la Red, los lectores pasan de ser receptores pasivos a emisores pro-activos y editores de los contenidos (emirecs). Los cibermedios les otorgan una mayor participación, convirtiéndolos en fuentes directas de información.

Se ha ocasionado una auténtica ágora conversacional, que permite al público compartir noticias y opiniones a través de los medios de comunicación, las redes sociales y la blogosfera. La interactividad quizás sea la gran protagonista del periodismo online, y la principal innovación respecto al pasado. Además, la revolución tecnológica permite una mayor democratización, un acceso a las noticias sin que haya tan clara mediación de por medio.

Uno de los grandes retos para el nuevo periodismo es el modelo de financiación. Por ahora, Internet no ofrece un sistema de negocios adecuado. La base ha pasado del apoyo de los consumidores a los ingresos publicitarios. Se han adoptado muchas políticas para reducir costes generando cada vez una mayor dependencia de la publicidad.

Esto supone una de las grandes desventajas de esta revolución, el hecho de que se deba recurrir a la prensa gratuita y a una saturación de publicidad. No obstante, determinadas publicaciones están buscando un equilibrio, combinando los contenidos gratuitos y de pago. Una de las primeras apuestas en España ha sido Orbyt, la versión digital del Diario el Mundo.

La profesión periodística también se ha modificado para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado. Hoy en día un periodista es mucho más que el que redacta una noticia. El periodista contemporáneo debe asumir nuevas responsabilidades, competencias y rutinas. Debe ser capaz de codificar su información con aportaciones hipertextuales, visuales y sonoras, además de mediar entre el contenido y el lector, actuando como gatekeeper de los flujos de información. Su perfil se ha redefinido hacia una especialización en multimedia que en el pasado no necesitaba.

Las empresas buscan periodistas polivalentes capaces de elaborar crónicas para varios soportes. Los estudiantes deben ser preparados para enfrentarse a la dinámica productiva actual, a los retos digitales y a las necesidades informativas reales.

Sin embargo, pese a esta evolución tan notable, sus principios seguirán siendo los mismos. Patrick Stiegman, director de Journal Interactive, indicó que “primero debe ser periodista y luego productor de web”. Lo segundo puede aprenderse con un poco de disciplina, mientras que ser un gran emisor conlleva mucho más.

Mantener los valores de la profesión siempre presentes es más importante que reinventarse continuamente. La libertad de expresión y el compromiso social deben prevalecer sobre la masificación y la instantaneidad. El periodismo seguirá teniendo sus cimientos: una buena capacidad redactora, y el respeto de un código deontológico. Los medios pueden cambiar, pero los periodistas deben ser redactores de historias que busquen difundir la verdad; aunque hoy sea con otras herramientas.

Existe una palpable añoranza del pasado. Es lógico que ante un panorama informativo que ha tardado tanto tiempo en consolidarse, las redacciones muestren sus reservas ante la renovación. Con los malos tiempos, el periodismo, al igual que el cine, la música, la comunicación y tantísimos otros sectores, suele idealizar las épocas pasadas, hablar de una edad de oro que se esfumó con la globalización y los ordenadores.

No obstante, los medios no pueden aislarse ante esta mutación. Deben demostrar una apertura mental y planificar bien la convergencia de sus distintos soportes. Una valiosa lección, que muchos periodistas han aprendido en los últimos años, es que no se debe tener miedo al cambio. Más bien, debemos adaptarnos a ello con todas las armas posibles y ser siempre capaces de crear algo mejor.

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